Lecturas de reflexión, para buena convivencia escolar.
Ejemplos de lecturas que se llevan a cabo, después se comentan en el grupo y se termina con una reflexión y compromiso por los actores en la dinámica.
EL ELEFANTE FOTOGRAFO
Había una vez un elefante que quería
ser fotógrafo. Sus amigos se reían cada vez que le oían decir aquello:
- Qué tontería - decían unos- ¡no hay
cámaras de fotos para elefantes!
- Qué pérdida de tiempo -decían los otros- si aquí no hay nada que fotografíar...
- Qué pérdida de tiempo -decían los otros- si aquí no hay nada que fotografíar...
Pero el elefante seguía con su
ilusión, y poco a poco fue reuniendo trastos y aparatos con los que fabricar
una gran cámara de fotos. Tuvo que hacerlo prácticamente todo: desde un botón
que se pulsara con la trompa, hasta un objetivo del tamaño del ojo de un
elefante, y finalmente un montón de hierros para poder colgarse la cámara sobre
la cabeza.
Así que una vez acabada, pudo hacer
sus primeras fotos, pero su cámara para elefantes era tan grandota y extraña
que parecía una gran y ridícula máscara, y muchos se reían tanto al verle
aparecer, que el elefante comenzó a pensar en abandonar su sueño.. Para más
desgracia, parecían tener razón los que decían que no había nada que fotografiar
en aquel lugar...
Pero no fue así. Resultó que la pinta
del elefante con su cámara era tan divertida, que nadie podía dejar de reír al
verle, y usando un montón de buen humor, el elefante consiguió divertidísimas e
increíbles fotos de todos los animales, siempre alegres y contentos, ¡incluso
del malhumorado rino!; de esta forma se convirtió en el fotógrafo oficial de la
sabana, y de todas partes acudían los animales para sacarse una sonriente foto
para el pasaporte al zoo.
GANAR O PERDER.
José odiaba perder a lo
que fuera. Sus papás, maestros y muchos otros decían que no sabía perder, pero
lo que pasaba de verdad es que no podía soportar perder a nada, ni a las
canicas. Era tan estupendo, y se sentía uno tan bien cuando ganaba, que no
quería renunciar a aquella sensación por nada del mundo; además, cuando perdía,
era justo todo lo contrario, le parecía lo peor que a uno le puede ocurrir. Por
eso no jugaba a nada que no se le diera muy bien y en lo que no fuera un
fenómeno, y no le importaba que un juego durase sólo un minuto si al terminar
iba ganando. Y en lo que era bueno, como el futbolín, no paraba de jugar.
Cuando
llegó al colegio Alberto, un chico nuevo experto en ese mismo juego, no
tardaron en enfrentarse. José se preparó
concentrado y serio, dispuesto a ganar, pero Alberto no parecía tomárselo en
serio, andaba todo el rato sonriente y hacía chistes sobre todo. Pero era
realmente un fenómeno, marcaba goles una y otra vez, y no paraba de reír.
Estaba tan poco atento, que José pudo hacerle trampas con el marcador, y llegó
a ganar el partido. José se mostró triunfante, pero a Alberto no pareció
importarle: "ha sido muy divertido, tenemos que volver a jugar
otro día".
Aquel día no se habló de
otra cosa en el colegio que no fuera la gran victoria de José. Pero por la
noche, José no se sentía feliz. Había ganado, y aun así no había ni rastro de
la sensación de alegría que tanto le gustaba. Además, Alberto no se sentía nada
mal por haber perdido, y pareció disfrutar perdiendo. Y para colmo al día siguiente
pudo ver a Alberto jugando al baloncesto; era realmente malísimo, perdía una y
otra vez, pero no abandonaba su sonrisa ni su alegría.
Durante varios días observó a aquel niño alegre,
buenísimo en algunas cosas, malísimo hasta el ridículo en otras, que disfrutaba
con todas ellas por igual. Y entonces empezó a comprender que para disfrutar de
los juegos no era necesario un marcador, ni tener que ganar o perder, sino
vivirlos con ganas, intentando hacerlo bien y disfrutando de aquellos momentos
de juego.
Y se atrevió
por fin a jugar al escondite, a hacer un chiste durante un partido de futbol, y
a sentir pena porque acabara un juego divertido, sin preocuparse por el
resultado. Y sin saber muy bien por qué, los mayores empezaron a comentar a escondidas,
"da gusto con José, él sí que sabe perder"
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